Andrea Cortés es la protagonista de una historia sin precedente alguno en la Policía Nacional de Colombia y que demuestra la igualdad de derechos para la comunidad trans que en los últimos años ha venido en aumento en dicho país. La integrante de la fuerza pública se unió a esta importante entidad del estado como hombre, pero tras su cambio de sexo y un proceso judicial, logró que fuera aceptada como mujer y seguir con su trabajo.
Nació en Bucaramanga hace 26 años; desde su infancia y cuando era un niño llamado Fabio, la ahora mujer, quien además de ser patrullera de la Policía está estudiando Comunicación Social, se sentía que no encajaba en su cuerpo y en el rol que tenía en la sociedad, motivo por el que recibió todo tipo de acoso y burlas durante su adolescencia. Al finalizar sus estudios, dicho personaje decidió prestar el servicio militar como auxiliar regular de la Policía, afirmando que dicha institución sabía que era homosexual.
Según lo contado al diario ‘El Tiempo’, durante esta época de su vida tomó un par de decisiones cruciales para su futuro, ya que, además de seguir su carrera profesional en la Policía Nacional de Colombia, decidió darle inicio al tratamiento hormonal para su cambio de sexo, de hombre a mujer. Sin embargo, la patrullera, que en ese entonces era identificado como Fabio Cortés Guarín, se graduó de esta entidad del Estado como hombre, por lo que su proceso para que fuera aceptada allí se complicó.
La tutela de Andrea para poder estar en la Policía como mujer
"En un permiso viajé a Bucaramanga (en septiembre de 2017), fui a la Registraduría y cambié mi registro civil y mi cédula. Y regresé con una contraseña que me identificaba como Andrea Cortés Guarín", señaló la mujer a dicho medio citado; a pesar de esto la Policía Nacional le notificó, con mucho respeto, que su cambio de nombre y sexo no podía ser avalado por dicha entidad ya que ella se incorporó como un hombre. Esto la llevó a instaurar una tutela a través de la reconocida abogada trans, Diana Navarro Sanjuán, quien la asesoró y apoyó durante todo el proceso que duró más de cuatro años.
Finalmente, a mediados del 2018 el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Popayán le ordenó a la Policía Nacional reconocer el derecho al desarrollo de la libre personalidad, la vida digna, la personalidad jurídica y la igualdad, motivo por el que fue aceptada sin problema como patrullera, sentado un precedente como la primera mujer trans en la Fuerza Pública.