La final del campeonato nacional, que disputan dos grandes equipos del fútbol ecuatoriano, premió a los ganadores de cada etapa. La medida para justipreciar esas clasificaciones privilegiadas la encontramos en la tabla acumulada, que indica que Liga de Quito y Barcelona consiguieron la mayor cantidad de puntos, lo que no pone en duda que son los dos clubes que a través de esta temporada hicieron los méritos para jugar los dos partidos que declaran al campeón del Ecuador 2020.
Llegar a estas instancias implica un mérito deportivo y también un sacrificio enorme si consideramos que ha sido un año futbolístico atípico por los efectos de la pandemia. Hay que reconocer que ante la incertidumbre propia de los efectos del COVID-19 se vivieron momentos en que el pesimismo y el desasosiego se unieron para hacer pensar que era casi imposible desarrollar un torneo con tantas dificultades sanitarias, económicas y futbolísticas. Pero con el pasar del tiempo el balompié ecuatoriano, jugando las finales, reveló que ante las turbulencias ha demostrado una gran capacidad de adaptación. Todo aquello ratifica mi concepto: que el fútbol no es lo más importante de las cosas menos importantes, sino que es mucho más y a las pruebas me remito.
Clasificar a una final de un campeonato también ha demostrar que nuestro fútbol, guardando las distancias con las ligas europeas poderosas, ha superado las complicaciones de una interrupción abrupta y sometida a una pausa prolongada que obligaron una serie de sacrificios, como jugar sin público en las gradas. Hoy somos testigos de una final de un campeonato llena de emociones, pero con partidos sin espectadores. Además de ser un desenlace inédito, también confirma que el cemento de un estadio vacío es símbolo de tristeza. Solo los sentimientos sublevados ante esas vicisitudes nos hacen olvidar una frase de Guardiola, quien dijo que si la gente no puede ir a un estadio no tenía sentido jugar. Estoy de acuerdo con el fondo de ese concepto, pero la función debía continuar, pero hay que reconocer el éxito en la insistencia de la LigaPro por sacar adelante el torneo.
Al momento Barcelona y Liga viraron la primera página de estas finalísimas. El primer partido jugado en el Monumental del Salado dejó muy pocos pincelazos de buen fútbol. Ninguno de los dos equipos superó al otro, ni desde lo estético ni desde lo táctico. Tal en vez LDU, por lo conseguido, su DT celebre que le dio resultado obstruir y quitar las ideas al rival, cerrarle los espacios y aprovechar la desesperación y la ansiedad desbocada de Barcelona. Si eso fue parte de la estrategia, al menos por el resultado obtenido Liga puede irse satisfecho.
El entusiasmo con que Barcelona jugó los primeros 20 minutos se diluyó porque la táctica que diseñó Fabián Bustos quedó en una inaplicable teoría plasmada tan solo en un pizarrón. Apenas esfuerzos individuales y mecanismos repetidos que se fueron ralentizando con el pasar de los minutos. Eso significa que el diseño táctico y la estrategia preparada para superar al club capitalino decreció en el ritmo que ofreció en los primeros minutos. Las frases de Bustos confirman lo antes mencionado: “No nos vamos cómodos porque sentimos que pudimos dar más”. Esa confesión, que también es un mea culpa, confirma que en la otra tienda, existe un DT como Pablo Repetto –ducho en finales, experto en complicar partidos– aplicó todo los argumentos para neutralizar los movimientos repetidos de Barcelona. Sabe perfectamente Repetto que ese era el resultado (empate) que necesitaba para la vuelta, a sabiendas que los siguientes 90 minutos son en su cancha y con la ventaja de la altitud de Quito. Y esos detalles no son cualquier cosa. Bustos lo conoce perfectamente, aunque reveló que no le preocupa ni lo distrae el invicto ya longevo que tiene Liga en las confrontaciones con el BSC en Casa Blanca.
Bustos dice que van a salir a ganar, olvidándose de supuestos ‘cucos’ para lograr el título. El estratega canario, para conseguir ese objetivo, deberá rectificar y replantear el partido. Pero también debe insistir en que sus referentes, como son Damián Díaz, Emanuel Martínez, Williams Riveros, Javier Burrai y el mismo Nixon Castillo demuestren por qué son piezas fundamentales en el andamiaje barcelonista.
Desde lo táctico, es indispensable encontrar el esquema adecuado. Barcelona en su conjunto debe reflotar aquellas virtudes que le han permitido estar a 90 minutos de levantar la copa de campeón nacional. Aunque Bustos diga que no irán a esconderse a Quito, debe tener presente que existen premisas fundamentales para aplicar el esquema que le permita obtener el resultado sin exponerse demasiado porque Liga de Quito se siente en su salsa cuando sus rivales son arriesgados. Ellos se conocen de memoria la tarea cuando les brindan esas facilidades.
BSC conoce las reglas del juego: la alternativa del empate todavía lo aferra a la esperanza porque obligaría a definir por la vía de los penales, en vista de que el gol visitante no tiene vigencia. Es verdad que lo más importante es ganar el título, pero no deja dar vuelta en lo más profundo del hincha torero poder desmitificar ese añejo trauma de no ganar en Casa Blanca. También saben los hinchas amarillos que dar una vuelta olímpica en el estadio de Liga se convertirá en una hazaña épica inaguantable para la afición alba.
Bustos tiene la oportunidad de pasar a la historia al conseguir dos títulos seguidos, con equipos distintos en el campeonato nacional, considerando que el 2019 fue monarca con el Delfín. El técnico argentino Mariano Larraz en 1961 quedó campeón con Emelec y para la temporada siguiente Everest lo contrata y Larraz vuelve a campeonar, en 1962. Ese récord nadie más lo ha repetido.
A Liga (Q) se lo reconoce como el equipo más ganador de trofeos en el Ecuador si a los once títulos del torneo nacional y el de la Copa Ecuador se le agregan los tan sonados logros en la Copa Libertadores 2008, la Sudamericana del 2009, más la Recopa del 2009 y 2010. Está acostumbrado a disputar finales y después del empate en Guayaquil, en la ida, es favorito para ganar el certamen de la LigaPro. Pero estoy seguro de que no le será nada fácil lograr su estrella número 12, porque se enfrentará a un rival como el Barcelona, que sabe perfectamente revertir esas situaciones; eso espera con ansias el barcelonismo. El próximo martes tiene el partido más importante de los últimos años.
Desde esa lejana conquista y con vuelta olímpica en el legendario estadio del Arbolito, cuando BSC ganó el primer título al derrotar al España de Quito 4-2 en 1960 –de la mano del DT uruguayo Julio Kellman–, con un equipo de criollos donde lucían Lecaro, Macías, Alume, Ansaldo y sobre todo su figura Enrique Cantos, hasta hoy, tras 60 años de competencia, ha obtenido 15 estrellas. Bustos la oportunidad de inscribir su nombre en ese espacio reservado en la historia del Barcelona para los campeones. (O)