La recomendación de la Policía Nacional para que Liga de Quito no reciba aficionados de Barcelona SC en su estadio es acertada.
Los antecedentes de incidentes entre las barras de estos dos equipos de fútbol sostienen esa decisión.
Lo que se refleja con esta medida es que se mantienen grupos de hinchas violentos en el Ecuador, que le hacen daño a sus instituciones.
Pero han sido los mismos clubes, incluso dirigentes, que han fomentado esas diferencias a través de discursos ofensivos, violentos y regionalistas.
Los estadios deben ser el espacio de diversión, de esparcimiento, al que vayan familias, en la que se evidencie respeto entre los aficionados. Y no un lugar para insultarse o cruzarse a golpes.
La LigaPro ha regulado progresivamente estas reacciones, pero falta ser más radical, no contemplativo.
Los dirigentes del fútbol están en la obligación de promover campañas antiviolencia, de unión, en la que tienen que desprenderse de sus intereses. Ese es el camino que llevará a esta actividad a un adecuado espacio de diversión.
Los medios de comunicación (TV, radio, prensa…) también estamos llamados a orientar, a mejorar nuestros lenguajes, con palabras que no inciten a la violencia. Es cierto que esta actividad es pasional, pero no hay que perder ese norte de su esencia que es un deporte para recrearse.
De lo contrario cada cierto tiempo seguiremos en esa muletilla que son partidos de alto riesgo en la que no podrán ingresar aficionados de Barcelona SC, de Emelec, El Nacional, LDU, Deportivo Quito o de cualquier otro equipo.
Hay que poner un freno, legislar, transparentar y, sobre todo, concienciar que al estadio hay que ir a distraerse.